MAYO: MES DE MARÍA
María, hoy vengo a tu
presencia
porque se me ha acabado el vino del amor y… ya se
sabe:
uno no sabe lo que es el vino hasta que no se
emborracha,
y uno no sabe lo que es el amor hasta que no
se enamora.
en Caná sacaste del
apuro a unos novios
mientras los otros estaban demasiado ocupados en
pasarlo bien.
Sin ruido, sin llamar la atención, sin coger
el micrófono…
Desde el silencio, desde el anonimato, desde
el servicio desinteresado…
¡Cuánto, cuánto tengo que aprender de
ti!
María de los pequeños-grandes
detalles,
en mi hogar, en mi trabajo, en el barrio, en la
parroquia…
Préstame tus ojos para ver “aquello que
falta”
tus manos, para ponerme el mandil y seguir tu
ejemplo,
tus pies, para darme a la fuga prescindiendo de
la dichosa palmadita,
y tu corazón, sí, Madre, tu corazón, para
sentir tu amor y compañía.
Una cama sin hacer, una bolsa de basura que
tirar,
un what´s up que mandar, un amigo que
escuchar,
un anciano al que hablar, un libro que
regalar,
una visita al hospital, unos apuntes que
prestar,
una oración que compartir, una pelea que
evitar…
¡Te toca a ti, junto a María, seguir con el listado de los pequeños-grandes detalles…)
Virgen María (ahora sí, ahora puedes ponerla el piropo
que más te guste),
concédeme tu sabiduría, la sabiduría de los
pequeños-grandes detalles.
J. M. de Palazuelo
Misión Joven, 436